Estoy harta, siempre es el mismo sueño en el callejón de los sapos, me siento cansada todo el día, desorientada y ¡Nadie me cree!
Tengo miedo de dormir, fastidiada de no entender porqué me pasa esto, porque, este sueño es todos los santos días, y en el mismo lugar, la misma calle, el mismo callejón, el mismo lugar, lleno de sapos, ¡Dime! ¿Tú sabes qué significa esto…?
En este sueño, siempre es lo mismo, no sé cómo llego ahí, se inicia en una calle típica de México, como si fuera un callejón del centro de una ciudad o un pueblo, el clásico callejón, pero de casas descuidadas y con tierra por todas partes.
El Callejón del Sapo o ¡El Callejón del Miedo!
Es en la tarde, ya oscureciendo, no sé dónde es, no veo algo que me de referencia del lugar o domicilio, solo veo un letrero pequeño, muy antiguo, en una de las paredes de las casas que dice “calle del sapo.”
Simplemente es una calle, de casas de cantera y adobe, que no está pavimentada, es todo de tierra, y esta mojado todo, se ve que acaba de llover, porque hay lodo por todas partes, estoy caminando con prisa, con miedo, muy asustada por el lugar, todo desconocido para mí.
Mientras voy caminando entre el lodo y piedras, me estremezco, hay algo en el ambiente que no me gusta, será porque se escuchan susurros y el croar de muchos sapos ¡Aunque no veo ninguno! No lo se, pero siento mucho miedo.
En mi rápido andar, me voy acercando a un par de señoras, muy raras, no puedo ver bien sus rostros, pero están algo deformes, sus caras son deformes, no son humanas, una es muy obesa caminando con dificultad, y otra muy delgada y muy muy alta.
Sus ropas también son muy extrañas, con playeras sucias de colores, muy largas a las rodillas y faldas negras, largas ¡Tan largas que llegan al piso!
Están preparando un puesto, como si fuera comida callejera, tienen al fuego un par de cazos grandes de aluminio o fierro negro, todo sucio, lleno de lodo.
Tienen una mesa larga, con muchas cosas encima, utensilios de carnicería y como carnes de diferentes tipos, muchas bolsas rotas, y en uno de esos cazos sucios, preparaba algo la mujer grande, movía el contenido con un palo enorme negro, y salía mucho vapor o humo, no sé qué era, pero lo raro es que mientras más me acercaba no podía oler nada de lo que preparaban ahí.
Incluso, siempre es lo mismo, no puedo oler nada, ni la tierra mojada, ni lo que cocinaban, ni nada en el ambiente, todo esto, me da mucho miedo, así que, me pongo a caminar rápidamente y me acerco a la acera de enfrente.
Y veo, desde la banqueta del otro lado, que llega otra mujer, y las tres mujeres empezaron a reírse cuando pase enfrente a ellas, como que se burlaban de algo, o de mí, porque me señalan con las manos largas y huesudas, y siguen riéndose.
Pero ¡No Estoy Sola! en El Callejón del Miedo
A unos metros adelante, vi a varias personas que iban en la misma dirección que yo, también con mucha prisa, ¡Los veo con mucho miedo también! Y los ruidos incesantes de los sapos se ¡Incrementan mientras más avanzo!
A unos metros, el callejón se cierra, estaba una especie de talud de tierra, lodo y muchas piedras de cantera, pero con alambre de púas por todos lados, pero ahí, alcanzo a ver una calle del otro lado, más adelante, o algo así parece.
¡Espera! Veo que se prende una luz más adelante, junto a los muros de una casa y un jardín, todo destruido por el talud de tierra, como si fuera la entrada de una casa abandonada, llena de tierra en puertas y ventanas.
Llegamos todos, los que vamos caminando por este callejón, que de pronto, se llenó de sapos de todos los tamaños, y el sonido incesante se incrementaba a cada paso, se hace difícil por el lodo que ya se confundía con tantos sapos.
Todos estamos tratando de ver si podemos brincar este montón de tierra y piedras, para salir a la calle del otro lado, un muchacho vio, entre este desastre, una puerta que estaba entre los matorrales y el alambre de púas, ¡Está abierta! Empuja y patea la puerta ¡Y se abre!
Pasan, por la puerta, los chavos que están delante de mí, yo quiero pasar por la puerta que es muy angosta, pero mi mochila y chamarra que son muy grandes me atoran y no me dejan pasar, estoy jalando y empujando, pero no puedo pasar, en eso, siento que alguien que iba a tras de mí, me empuja con todas sus fuerzas y me logra desatorar.
Avanzamos, pero nadie dice nada, todos estamos asustados, solo se escucha la respiración agitada de todos, y de repente, dejaron de escucharse los sapos, entramos a una especie de jardín descuidado, lleno de tendederos con ropa muy sucia y muchas cosas arrumbadas y echadas a perder.
Se ve como si un muro de la casa estuviera derrumbado en el jardín, todo entre piedras, lodo, algunas plantas y árboles y unas plantas de maíz.
Se ve, parte de la sala y el comedor de la casa, y ahí, al fondo, sentados en la mesa del comedor, unas personas que se ven muy raras.
Igual que las mujeres del callejón de los sapos, como si sus cuerpos fueran deformes, sus caras, que no eran normales, manos chuecas, dedos grandes y chuecos, yo no quería voltear a verlos del miedo.
Lo único que queremos, es salir de ahí ¡Y… rápido! Rodeándolos, sin decir nada, solo caminando y mirándonos, ellos sentados y nosotros caminando alrededor, llegamos a otra puerta, todos vamos en fila.
Uno detrás de otro, la puerta, muy pequeña, no se podía abrir, pero se derrumbó el muro de al lado de la puerta, dejando ver, más piedras, alambre de púas y más lodo, pero también, ¡La salida y la calle de afuera!
¿Una Salida? De Este ¡Maldito Callejón de los Sapos!
Un chavo intenta brincar y pasar por esa parte del muro, para llegar al otro lado y salir, pero, se complica el paso por los alambres y subir por que el talud de tierra y piedras que está muy alto y resbaloso por el lodo, y de repente, una de las personas que estaba en el comedor de esa casa, el gigante, se levanta y se acerca a nosotros.
Es un tipo enorme con media cara derretida, como si, se le estuviera cayendo, y un ojo lo tenía volando ¡Colgando de su cara! Que se balanceaba como péndulo ¡Y se acerca a mí! ¡Que miedo, estoy temblando!
Me muero de miedo, el chavo que estaba delante de mí y el chavo que se había caído adelante, se ponen delante mío para protegerme, ¡Esperando lo peor! Solo cerramos los ojos.
Pero el deforme gigante, lentamente, solo se acercó a la puerta y la abrió, de par en par, y empezó a chasquear los dedos, muy fuerte, indicando que nos fuéramos, y sin pensarlo, rápidamente, los chavos me empujaron para salir rápido de ahí ¡Pero no podía!
La puerta era muy pequeña y ¡La maldita mochila! No me deja pasar, los chavos me empujan y empujan, para poder pasar, pero es inútil, no puedo pasar, estoy atorada, me duelen los brazos y piernas de hacer fuerza para liberarme de esto.
¡Y de repente! Los chavos se hacen para atrás para tomar vuelo, y antes de ese último empujón para desatorarme, siento como la mano del gigante deforme, esa mano deforme con dedos largos y uñas rotas y con sangre, me agarra por detrás de la cabeza, y con una enorme fuerza, me jala hacia atrás, se escucha con voz grave y muy fuerte… “Sofía No…” ¡Y es en ese momento, me despierto de un brinco, temblando y sudando, de este sueño perverso en el callejón de los sapos!
¿Qué Te Parece la Historia Paranormal de: Un Sueño Espantoso ¿Es el Callejón de los Sapos? Todos los días ¡Siempre es el mismo sueño!?
- Una Historia Impactante, ¿No Crees?, ¿Y Tú, Qué Opinas?
- ¿Qué piensas del sueño de Sofía?
- ¿Habrá un trasfondo de la historia?
- ¿Algún evento del mundo real explicara el origen del sueño?
- ¿La mochila y los obstáculos podrían simbolizar cargas emocionales o responsabilidades que no la dejan avanzar?
- ¿Las mujeres deformes y el hombre gigante representarán figuras de autoridad o presencias en su vida que le generan ansiedad o conflicto?
- ¿El callejón de los sapos podría representar un lugar oscuro en su subconsciente, donde se enfrentan sus miedos o sentimientos reprimidos? Ya ves que los sapos a menudo se asocian con transformación o lo grotesco.
Ya me puse psicológico con todo esto, pero, ayúdame y comparte esta historia si alguna vez has tenido un sueño paranormal, y únete a nuestra comunidad para seguir leyendo relatos que te harán cuestionar la realidad misma. ¡No te olvides de suscribirte para más historias llenas de emoción, misterio y paranormalidades!
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00:00:00 Un Sueño Espantoso ¿Es el Callejón de los Sapos? Todos los días ¡Siempre es el mismo sueño!?
00:00:42 El Callejón del Sapo o ¡El Callejón del Miedo!
00:01:38 Pero ¡No Estoy Sola! en El Callejón del Miedo
00:03:40 ¿Una Salida? De Este ¡Maldito Callejón de los Sapos!
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Tengo una Mini Historia ¡El Misterio del Callejón del Sapo en Morelia!
Era una noche lluviosa en la ciudad de Morelia. Las calles empedradas brillaban bajo la luz amarillenta de los faroles, y el eco de las gotas resonaba en el Callejón del Sapo del centro histórico.
Laura, con el cabello empapado y la mirada nerviosa, caminaba apresurada entre los charcos, con respiración entrecortada. Había escuchado los rumores: esa calle no era un simple paso entre edificios coloniales. Algo siniestro vivía ahí, algo que los vecinos evitaban nombrar.
La tormenta no le dejó otra opción que cortar por el callejón. La noche estaba en su punto más oscuro cuando, de pronto, el ruido de la lluvia fue ahogado por un ensordecedor croar.
Decenas de sapos comenzaron a salir de las sombras, pequeños y grandes, algunos tan enormes que parecían mutantes. Se reunían a su alrededor como en un macabro ritual. Laura intentó retroceder, pero se resbaló en el lodo y cayó al suelo.
Desesperada, levantó la mirada. A lo lejos, una figura encapuchada se acercaba lentamente, arrastrando un costal. Su respiración se hizo más pesada con cada paso que aquella sombra daba hacia ella.
Al llegar frente a Laura, el encapuchado soltó el costal, y de él salieron más sapos. ¡Era un espectáculo grotesco!
¿Qué… qué quiere de mí? balbuceó Laura, temblando.
El extraño se agachó y con una voz grave respondió: Ellos necesitan tu ayuda.
Laura no entendía nada. El encapuchado extendió las manos, revelando un par de sapos con vestiditos diminutos. ¡Es el ensayo de la boda! ¡Y tú eres la dama de honor!
El dramatismo se desmoronó en un instante. Laura no pudo evitar soltar una carcajada nerviosa. Los sapos vestidos parecían figuras de una fiesta surrealista. La figura encapuchada, un hombre mayor con una barba blanca, se quitó la capucha y dijo:¡Necesitamos alguien que sujete los anillos de los novios!
Los vecinos del callejón comenzaron a salir, también vestidos de gala, aunque con ropa extraña y ridículamente anticuada. Era toda una escena sacada de un cuento de locos. Al final, Laura terminó riéndose a carcajadas mientras colocaba un par de minúsculos anillos en los dedos palmeados de los sapos novios.
Moraleja:
A veces, lo que parece un gran susto no es más que un evento inesperado que nos regala una buena risa. No temas enfrentar tus miedos; tal vez termines siendo dama de honor en la boda más peculiar de tu vida. 🐸 Pero ten mucho cuidado con los sueños raros.
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