«El pasado nunca muere. Solo espera a ser descubierto.» Y el Señor del Puro Apagado lo dejó muy claro.
Esa frase de una novela antigua que leí hace años parecía resonar en mi cabeza cuando me topé con la casona de la calle López 23.
Estaba buscando un proyecto de restauración que me apasionara, y esta casa tenía todo, mucha historia, misterio y un precio irrisorio. Hoy te puedo contar ésto, ¡Claro! no sabía que su precio venía con un costo mucho más alto ¡Mi paz mental y mi alma!
El Primer Encuentro con la Oscuridad ¡Alguien me Observa en la Casona de la Calle López 23!
La señora Clara, mi vecina, me había advertido con un tono de preocupación. «Esa casa… tiene su propio guardián. Y no es de los buenos.»
Me reí, pensando que eran historias de viejos tiempos. Pero ahora que lo recuerdo, quizá debí tomarla en serio.
Cuando crucé la puerta principal, noté algo extraño. No era solo el frío que parecía aferrarse a las paredes, ni el polvo acumulado que cubría todo.
Era como si la casa estuviera observándome. Atribuí mi incomodidad al cansancio y comencé a explorar.
La planta baja estaba repleta de muebles antiguos cubiertos con sábanas desgastadas, pero no fue hasta que encontré el sótano que sentí el verdadero peso de la casa. Las escaleras eran estrechas y rechinaban con cada paso, y el aire se volvía más denso con cada metro que descendía.
Al llegar, me encontré con una habitación oscura y fría. En el centro, una máquina enorme cubierta de polvo, como si el tiempo la hubiera olvidado.
¡El Misterio! La Máquina del Señor del Puro Apagado
Era un amasijo de tubos y cables que no reconocí, pero lo que llamó mi atención fue la foto sobre una mesa cercana.
Un hombre, parecía militar, con un puro apagado en la mano, vestido con un uniforme impecable.
Sus ojos parecían perforarme desde la imagen. En la parte inferior, había una inscripción en alemán que decía: «Für den Führer, für die Zukunft.» y su nombre, Kurt Steinmann.
Encontré también varios papeles escritos a mano, todos en alemán. No entendía nada, pero algunos diagramas parecían esquemas de la máquina que tenía frente a mí.
Pensé en llevárselos a alguien para traducirlos, pero algo me detuvo. Sentí que, si tocaba más de lo necesario, despertaría algo que debía permanecer dormido.
Ruidos en la Casona de la Calle López 23 ¡Mi Gente ve al Señor del Puro Apagado!
Durante las primeras semanas de restauración, los trabajadores comenzaron a quejarse.
Unos decían escuchar pasos en el sótano; otros juraban haber sentido un olor a tabaco, como si alguien estuviera fumando cerca.
Uno incluso dejó el trabajo después de afirmar que había visto a un hombre alto y pálido parado junto a la máquina.
Me quedé en la casona de la calle López 23 una noche para demostrar que todo eran supersticiones. Pero alrededor de las tres de la madrugada, el olor a tabaco se hizo insoportable.
Bajé al sótano con mi linterna, esperando encontrar un cigarro viejo o algo que explicara el olor. En cambio, vi algo que me paralizó, sí, ahí estaba, la figura de un hombre, sentado junto a la máquina.
Su mirada estaba fija en mí, y aunque no movía los labios, su voz resonó en mi cabeza. Y escuche «Ich warte immer noch.»
¡Verdades Ocultas! Algo no está bien con el Militar del Puro Apagado
Decidí investigar más sobre la historia de la casa en la calle López 23 y de Kurt Steinmann, el hombre de la foto.
Descubrí que había llegado a México durante la Segunda Guerra Mundial. Según algunos rumores y la poca información, había trabajado como ingeniero de cohetes para los nazis y había estado involucrado en un proyecto secreto para crear un arma revolucionaria.
Pero me imagino que la guerra terminó antes de que pudiera completarlo.
Kurt, al parecer, había pasado sus últimos días obsesionado con recibir la orden de activar su creación.
Pero murió esperando una señal de su líder, una señal que nunca llegó.
El Ritual Fallido ¡Un Grito en la Oscuridad de la Calle López 23!
Inmediatamente y con la cola entre las patas, consulté a un experto en lo paranormal, al mejor de la ciudad, quien me recomendó realizar un ritual para ayudar al espíritu de Kurt a «cruzar al otro lado».
Acepté, aunque no sin reservas. Una noche, acompañado solo de unas velas, incienso y una oración, bajé al sótano.
Cuando comencé a recitar las palabras que me dieron, las luces parpadearon y un viento helado llenó la habitación.
En ese momento, Kurt apareció de nuevo, más sólido que nunca. Su puro apagado parecía brillar tenuemente, y su rostro estaba torcido en una mezcla de furia y desesperación.
¡Meine Mission ist noch nicht vorbei! Gritó, y el sonido hizo temblar toda la casa.
La máquina polvorienta, que había estado inactiva durante décadas, comenzó a emitir un zumbido. Retrocedí mientras los cables chisporroteaban y las luces se apagaban por completo.
Sentí que algo estaba a punto de desatarse, algo que no podía controlar.
¡El secreto del sótano! ¿Información Vital del Señor del Puro Apagado?
No me di por vencido, además, me dio miedo de haber abierto algo que no podía dejar así. Al día siguiente, encontré un diario oculto entre los papeles.
En sus páginas, Kurt había escrito sobre su esperanza de que el «Líder Supremo» le enviará una señal para activar su máquina. Pero lo que realmente me perturbó fue la última entrada: «Auch wenn mein Körper vergeht, wird meine Seele hier bleiben. Meine Mission geht über den Tod hinaus.»
Que era algo así como… «Incluso si mi cuerpo perece, mi alma permanecerá aquí. Mi misión trasciende la muerte.» Y fue ahí donde me asuste mucho más.
Esa noche, decidí destruir la máquina. Estaba convencido de que era la fuente del poder de Kurt y de que, si la eliminaba, su espíritu finalmente encontraría descanso.
Pero cuando llegue el estaba ahí, sentado, aun lado de la máquina, moviendo algunos botones y palancas, me vio, y solo asintió con la cabeza, con mucho miedo, me acerque lentamente a la máquina.
Intenté moverla, pero, descubrí algo aterrador… estaba conectada al suelo de una forma que no podía entender, como si fuera parte de la casa misma.
¿El Último Enfrentamiento? ¡Una Marcha Espectral en la Casona de la Calle López 23!
La noche en que intenté desmontar la máquina fue la más aterradora de mi vida. Pero, al día siguiente, regresé, y con más trabajadores, herramientas y más cosas.
Al primer golpe de martillo, el sótano se llenó de un humo denso y del sonido de botas marchando. Kurt apareció nuevamente, pero esta vez no estaba solo. A su alrededor, otras figuras espectrales vestidas con uniformes nazis lo flanqueaban, todas con el mismo puro apagado entre los labios.
¿Du denkst, du kannst mich aufhalten? Preguntó, con esa voz tenebrosa y resonando en cada rincón del sótano.
La máquina comenzó a brillar con una luz roja, y de repente apareció una especie de portal, o algo que se le parecía, se abrió frente a mí. A través de él, podía ver imágenes borrosas de soldados, trincheras y fuego.
Dies ist nicht nur eine Maschine… Dijo Kurt, acercándose. Es ist eine Brücke. ¿Un puente? ¿Un puente para que? Me pregunto.
No entendí completamente lo que quiso decir, pero supe que debía detenerlo. Tomé un bidón de gasolina y lo vertí sobre la máquina mientras las figuras espectrales avanzaban hacia mí. Encendí un fósforo y lo arrojé.
El fuego se extendió rápidamente, como si algo lo avívara fuertemente, consumiendo la máquina y llenando el sótano de un calor sofocante. Kurt gritó, y por un momento pensé que me atacaría. Pero antes de que pudiera alcanzarme, su figura se desvaneció en el humo.
¿Un Final, o un Nuevo Comienzo? Algo pasó en la Casona de la Calle López 23 y Nadie lo Sabra
Después del incendio, vendí la casa y juré no volver nunca más. Pero a veces, en las noches más silenciosas, aún sueño con el rostro de Kurt y con el portal que vi.
Me pregunto si realmente destruí la máquina o si simplemente la trasladé a otro lugar, esperando que alguien más la descubra.
Si alguna vez pasas por la calle López 23, detente por un momento y presta atención. Tal vez sientas un leve olor a tabaco o escuches el eco de botas militares. Y si lo haces, aléjate. Algunas puertas, una vez abiertas, nunca pueden cerrarse por completo.
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- Una Historia muy extraña, ¿No Crees?, ¿Y Tú, Qué Opinas?
- ¿Qué crees que era esa máquina?
- ¿Habrá un trasfondo de la historia?
- ¿Sería una máquina del tiempo?
- ¿Es un portal y ahí se están escondiendo?
- ¿Conoces la casona de la calle López 23?
- ¿Te atreverías a descubrir qué secretos aún guarda el pasado?
Imaginate que sea un portal donde se escaparon miles de soldados, como un cruce desde el más allá´… pero, ayúdame y comparte esta historia si alguna vez has visto a algún soldado Alemán perdido por ahí, y únete a nuestra comunidad para seguir leyendo relatos que te harán cuestionar la realidad misma.
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00:00:00 El Fantasma del Señor del Puro Apagado ¡Un Militar Esperando en la Casona de la Calle López 23 Eternamente!
00:00:42 El Primer Encuentro con la Oscuridad ¡Alguien me Observa en la Casona de la Calle López 23!
00:01:38 ¡El Misterio! La Máquina del Señor del Puro Apagado
00:02:10 Ruidos en la Casona de la Calle López 23 ¡Mi Gente ve al Señor del Puro Apagado!
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Me Acordé de la Historia ¡El Puro Apagado y los Fantasmas Soldados!
Dícese de que… En un rincón olvidado de la sierra, cerca de un antiguo cuartel abandonado, cuentan los ancianos del lugar, que dos fantasmas suelen reunirse cada noche.
Uno era Hans, un soldado alemán que llegó a México en un barco clandestino durante la Guerra, y el otro era el Cabo Méndez, un soldado mexicano que patrullaba la zona durante la Revolución.
Una noche, Méndez apareció en el cuartel, como siempre, con su inseparable puro en la boca. No lo encendía porque decía que el humo asustaba a los espíritus más tímidos, pero el puro era su sello personal.
Hans, en cambio, prefería sentarse erguido junto a una mesa de piedra, con su uniforme impecable y un semblante tan serio que parecía aún cumplir órdenes de algún general fantasmagórico.
Hans, ¿otra vez con esa cara larga? Dijo Méndez, sentándose a su lado. Hans, que apenas dominaba algunas palabras en español, le respondió con un solemne: Jawohl, amigo.
Méndez soltó una carcajada. Le gustaba molestar al alemán con cosas simples. Esa noche, decidió jugarle una broma. Mira, Hans, este puro es mágico. Si lo enciendo, ¡puedo hacerte bailar como mariachi!
Hans frunció el ceño. Era un hombre de ciencia, incluso en su estado espectral, y no creía en cuentos. Méndez, viendo su incredulidad, encendió el puro por primera vez en décadas.
Lo que sucedió a continuación fue inesperado. En cuanto el humo llenó el aire, Hans comenzó a tambalearse. Sus botas militares, acostumbradas a la marcha rígida, empezaron a moverse al ritmo de un jarabe tapatío que se escuchaba de la nada.
¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué haces?! Gritaba Hans, mientras sus pies ejecutaban pasos imposibles de zapateado. Méndez no podía parar de reír, sosteniéndose el estómago mientras veía al alemán girar como un trompo.
Te lo dije, güero, este puro tiene poderes. ¡Vas a bailar hasta que diga basta! Finalmente, Méndez apagó el puro, y Hans cayó exhausto en la mesa de piedra.
Tú… tú eres un loco, Méndez. Y tú, Hans, eres pésimo para el baile. Pero no te preocupes, ¡mañana te enseño!
Desde entonces, dicen que en el cuartel abandonado se escuchan risas, música y el zapateo de botas, prueba de que hasta los fantasmas pueden encontrar alegría en una broma bien hecha. 🎭
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